Sergi Enrich y Tomás Pina. Estos dos fueron los dos únicos canteranos que el ex entrenador del Real Mallorca Gregorio Manzano hizo debutar la temporada pasada con el primer equipo. Y su participación fue más testimonial que destacable. Ningún hombre de la cantera debutó y despuntó bajo su ‘mandato’. Hoy, el Mallorca ha vencido a Osasuna con 6 jugadores mallorquines en el once titular (no lo recordaban ni los más viejos del lugar), más dos canteranos, como el mismo Pina y Pereira, que se han sumado en la segunda parte. En total, 8 de los 14 jugadores que han participado en el partido ante el equipo navarro han crecido y respirado el aire de Son Bibiloni. Y eso reconforta. Ha sido necesaria la llegada de un entrenador danés, pero con visión de futuro, para demostrarse que sí que era verdad lo que decían muchos: que hay vida en la cantera del Mallorca.
El partido se iniciaba con desconfianza: la desconfianza que hubiera dado en otros tiempos la baja de Aouate en la portería, Nunes en el eje de la defensa y Ayoze en el lateral zurdo. Pero lo cierto es que las dudas duraron poco en el Iberostar estadi. El tiempo que tardó Miguel Flaño en regalar un penalti con la mano, digno de categoría infantil, más lo que tardó el Chori Castro en ejecutarlo. Minuto 24 y todo parecía ponerse de cara. A partir de aquí, las dudas dieron paso a preguntas. Preguntas como: ¿qué tiene Corrales que no tenga Kevin para barrerle el paso al primer equipo? o ¿qué veía Manzano en Josemi para darle prioridad ante un Cendrós que en tres partidos ha subido más veces la banda de las que lo ha hecho el actual jugador del Aris en toda su carrera? Si a esto se le suma el buen partido de un N’Sue que va ‘in crescendo’ (y al que Manzano desterró sistemáticamente), la acertada actuación de un defenestrado Lux y el gran descubrimiento de una perla canadiense llamada De Guzman, el resultado es que la grada se emociona y se compromete con su equipo. Y lo ha demostrado durante todo el partido, animando sin parar a los suyos.
Tras una primera parte donde los bermellones dominaron a placer a Osasuna y en la que Martí y De Guzman maniataron a Vadocz y Puñal, mediocentros rivales, la segunda dio paso a un mayor control osasunista. El Mallorca se dedicó a verlas venir, cedió el balón a los de Camacho y buscó jugar al contraataque. Eso permitió a Osasuna meterse en el partido y achuchar a un Mallorca al que le pesaban las piernas y al que se le hacía eterna la recta final del partido. Juanfran, Pandiani y Aranda cercaron la meta de Lux, pero cuando todo hacía indicar que el Mallorca acabaría pidiendo la hora, una contra bien iniciada por N’sué a dos minutos del final y rematada de forma magistral por De Guzman, sentenciaba a un Osasuna que nunca estuvo cómodo sobre el césped del antiguo Son Moix.
Cierto que a este equipo todavía le queda mucho trabajo; cierto que apenas tiene jugadores de referencia (Castro y poco más), y no es menos cierto que Osasuna no es precisamente el Milan de Sacchi. Pero lo que nadie puede negar es que Michael Laudrup, en el poco tiempo que lleva en Palma, ha sido capaz de conjuntar un conjunto sacrificado y luchador que si mantiene la línea ascendente que viene insinuando le va a dar al Mallorca un proyecto a largo plazo con muy buenas perspectivas. Y desde la grada se agradece. Porqué los de casa también valen.
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