Cómo tirar una Copa desde la defensa (Mallorca 3- Almería 4)

Melchor, Gaspar y Baltasar se personaron hoy en el Iberostar con la intención de dar alegrías. Pero cuando hablamos de los tres Reyes Magos no nos referimos a los que contrató el club (de forma poco acertada) y que salieron el descanso ante la indignación de los asistentes, sino a tres de los defensas del Mallorca a los que hoy habría que señalar como los grandes culpables de que el equipo balear haya caído con estrépito en casa. Rubén, Crespí y Ratinho. Que cada uno le adjudique el papel del rey que les corresponde, aunque de eso ya se encargarán seguramente los compañeros de Almería, que tal vez les contraten para la cabalgata del año que viene en la ciudad andaluza.

Salió Laudrup con toda una defensa renovada, de cabo a rabo. Y con Lux, que cuenta sus actuaciones por goleadas (a pesar de realizar paradas de mérito). El resultado fue que en 3 minutos el equipo encajó dos goles que convertían en un Everest la eliminatoria nada más empezar. Dos empanadas de manual de la defensa, descolocada y lenta, que permitieron a Piatti y Ortiz poner tierra de por medio. De salida, el partido ya empezaba con 0-2 y a remar. Sin olvidarse de defender todo lo mal posible (Ratinho hizo uno de los partidos más lamentables que se le recuerdan a un lateral en Son Moix), el equipo mallorquinista se fue arriba y gozó de oportunidades claras, con palos y remates duros, que entre Estebán y la defensa desbarataron. Y en éstas que llegaría otro mazazo. En el 33', Ortiz, en una nueva jugada de despropósito defensivamente, marcó el tercero. Y 8 minutos más tarde Piatti hacía el cuarto.

El público del Iberostar se frotaba los ojos ante la indolencia de la zaga bermellona y el tremendo acierto de los almerienses, que en cuatro chuts en la primera parte marcaron cuatro goles. Pero no había excusa posible: en 45 minutos se había tirado la Copa y el público recompensó a los jugadores con una sonora pitada al salir y al volver entrar de los vestuarios. Poco castigo por la falta de respeto a la que se había sometido a los valientes espectadores que había dejado a la familia en la mesa, en el día de Reyes, para ir a apoyar a su equipo. Imperdonable actitud.

Tal vez por vergüenza torera, tal vez por una bajada de ritmo del rival, el equipo se estiró (aunque pudo encajar el quinto nada más empezar) y se fue a tumba abierta a buscar a Estebán. Laudrup cambió a De Guzmán y N'Sue, pensando más en la Liga, por Pereira y Martí, y el equipo carburó mínimamente. A base de llegar de cualquier manera llegaron tres goles casi de forma consecutiva: dos de Cavenaghi y uno de chutazo exterior de Pereira. 3-4 en el 76', pero ya era tarde. El público y el equipo quisieron creer pero esta vez la falta de fortuna impidieron algo más propio de un sueño que de un partido de fútbol. Ni los tres goles fueron una redención por la manera en que se había tirado una de las competiciones preferidas del mallorquinismo. Y lo peor es la sensación que el Almería tampoco había sido tan duro rival. El principal escollo fue la motivación del equipo, en especial la de su retaguardia. Un cero para ellos y otro para Laudrup, por alinear una defensa que no había jugado nunca junta.