Érase una vez un monumento al mallorquinismo, símbolo de su historia y testigo de los grandes hitos del club.
Estoy escribiendo con gran morriña al recordar los días en los que mi padre me hinchó de sentimiento bermellón llevándome al campo de la mano, caminando desde mi casa, siguiendo esa marea de gente que, llena de ilusión, se reunía en el centro de la capital Balear para animar a su equipo sin atender a las posibles molestias  que pudieran conllevar los gritos que rasgaban sus gargantas… El viejo Lluís Sítjar, ahora hogar de ratas e indigentes, otrora de gloriosas victorias mallorquinistas y de dolorosas derrotas.



A razón de su emplazamiento, el estadio fue inaugurado con el nombre de Es Fortí el 22 de septiembre del 1945, aunque ese mismo año se cambió el nombre y se le nombró Lluís Sítjar a razón de quien impulsó su construcción tres años antes. Con ese nombre el estadio ha visto jugar al equipo que acogía en todas las categorías, desde la tercera (cuando aún no existía el actual escalafón de bronce) hasta la liga BBVA, enfrentarse contra sus rivales de la vía cintura, contra grandes equipos de España, luchar por mantenerse en competiciones europeas y realizar memorables goleadas y remontadas.

El último día del RCD Mallorca en el Lluís Sítjar fue de los más especiales ya que,  la victoria que se obtuvo frente al RC Celta de Vigo en la penúltima jornada de la liga 1998-99 por 2-0, siendo Iovan Stankovic el último que consiguió que la pelota se metiera entre los tres palos del Lluís Sítjar, significó la clasificación del equipo para la Champions League; además del cariz emotivo que otorgaba la despedida del estadio y del mítico entrenador Héctor Cúper.

Me gustaría mencionar alguna de las anécdotas que todos recordamos más allá del aspecto deportivo, como pueden ser la porción de aficionados procedentes de Argentina  que, empujados por la política de fichajes del club, se hicieron del equipo al que apoyaban con sus cánticos y que ayudaron a transformar al Lluís Sítjar, que ya era un estadio vivo, en una autentica olla a presión en sus dos últimos años. 
También son dignos de mención los momentos de pánicos vividos cuando, en la temporada 1983-84,  el foso cedió y 40 aficionados que estaban celebrando el gol de Armstrong contra el Valladolid se precipitaron en él; la caída de la portería del fondo sur en un partido contra el Lleida de la temporada 1996-97, por lo que tuvieron que traer otra nueva; o los dos apagones de la temporada 1997-98, en la que se jugó un Mallorca-Real Madrid en medio de un gran diluvio.
Estas son tan solo 4 vivencias del mallorquinismo en el mítico campo, cuatro de las muchas que seguro todo mallorquinista puede recordar, a lo que os invito que hagáis y que compartáis vuestras experiencias en el post.

A título personal, cada vez que veo partidos de Son Moix desangelados como nos tiene acostumbrados, maldigo la pista de atletismo, maldigo los miles de mallorquines que se plantan solo para ver y animar a su equipo, el Real Madrid o Barcelona, y maldigo la decisión de la directiva de no gastarse dinero en adaptar el estadio a los requisitos impuestos por el órgano superior de fútbol y aceptar el usufructo del estadio que le ofrecía el Govern.
Seguro que videos hay muchos, pero he decidido postear uno para rememorar lo grande que fue este estadio y otro de la ruina en la que se ha convertido, pero como uno no ha sido suficiente para reflejarlo voy añadir otro… el alma a los pies se me cae al verlos.


Dicho todo esto me gustaría terminar con una frase del gran escritor español Miguel de Unamuno "Procuremos ser más padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado"