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Cuando te toca empezar los Pirineos (Sevilla, Madrid, Barcelona) en el siempre complicado campo del Sánchez Pizjuán, y encima te ves obligado a tirar de un once de circunstancias porque buena parte de tus hombres están lesionados, lo mejor que puedes hacer es rezar. Nunes, Antonio López, Javi Márquez, Joao Víctor, todos ellos hombres relevantes, en un momento u otro, en el esquema de Joaquín Caparrós y que por ahora verán los partidos por la televisión. Ante las circunstancias, al utrerano no le quedó otra que disponer al recién aterrizado Fontás, que cumplió en el eje del centro del campo, y al recién recuperado de una lesión Gio Dos Santos que, aunque dejó destellos de calidad como en las jugadas de los dos goles, se le vio fuera de forma.

Los sevillistas saltaron al campo con las ideas claras: atacar continuamente, presión por todo el campo para forzar al Mallorca a perder el balón y volver a atacar. Los primeros 20 minutos fueron un asedio constante que parecían presagiar una derrota de escándalo que podía empezar a sumar goles en cualquier momento. Pero entonces Gio abrió su chistera y sacó un maravilloso pase a Bigas, que se valió de una mala salida de Palop para, solo con el control, acabar introduciendo el balón en la portería. Una alegría que duraría poco, pues los sevillistas se enrabietaron y Negredo empató enviando un misil a la red de Dudu Aouate, que poco pudo hacer más que mirar. Parecía que todo volvía a su sitio, que el Sevilla encarrilaba la que iba a ser su victoria, pero no contaba con el delantero más en forma de Europa. El israelí recogió un balón a 30 metros de puerta poco después de sacar de centro, se envalentonó sobre portería y cruzó ante la salida del meta sevillista. La sorpresa saltaba de nuevo y los aficionados se rascaban los ojos ante esa locura de partido.

El descanso llegó y la segunda parte deparó más de lo mismo, aunque con el Mallorca con todavía menos llegada (había hecho dos goles en dos chuts en el primer tiempo) y el Sevilla aún más volcado. Cedió demasiado terreno el equipo y lo acabó pagando. Primero Negredo, de inapelable testarazo, y luego Cicinho tras empalmar una volea que rebotó en un defensa, giraron un encuentro que se le hizo demasiado largo a los isleños. Con lo que tenían no podían aguantar 90 minutos. Tal vez alguna variante en los cambios hubiera ayudado, pues la entrada de Alfaro sobre el terreno de juego significó poco menos que quedarse con 10 hombres sobre el terreno de juego. Una vez más inexistente el jugador andaluz. Ahora toca armarse de paciencia, ver cómo pasan los Pirineos por la ventanilla, asumir que es casi imposible puntuar en esos dos encuentros, y concienciarse para salir del túnel una vez superado el encuentro del Camp Nou. No queda otra, que no entren las prisas ahora, que nos conocemos.

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