El Mallorca no responde, lleva una temporada nefasta que nos tiene prácticamente abocados al descenso aferrándonos a un último aliento agónico. La directiva tampoco ha dado la cara hasta este martes cuando Serra Ferrer reconoció errores, aunque fue breve, aunque algo es algo.

Lo que sí que no ha fallado es la afición, no nos engañemos, el Mallorca no tiene una gran masa social. Si Son Moix prácticamente se ha llenado en varias ocasiones ha sido por regalar entradas, una política muy criticable porque es un ataque a los socios y además una gran mayoría de los que asisten con estas invitaciones no son mallorquinistas.

Pero algo es innegable, la afición bermellona debe ser de las más leales y fieles de toda España y es que a pesar de ser sólo unos 12.000 socios y las dificultades de desplazamiento al ser una isla Zaragoza se convirtió en bermellona por momentos con más de 500 mallorquinistas mientras que Bilbao este fin de semana rozará los 400 aficionados en el penúltimo encuentro en San Mamés.

El Club debería estar agradecido a este esfuerzo que realizan sus seguidores y premiarlo el próximo año con  drásticos descuentos en los abonos, esta afición de 10 se lo merece.

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