Escrito por Javi Ribas @JaRibasOl

”Quedaremos entre la primera y la sexta posición, aunque estoy casi convencido de que estaremos todo el año en posiciones de ascenso directo”. ”Hay plantilla para ganar el título, ese ha de ser el objetivo, incluso sin Javi Márquez”.

Todos estaríamos mintiendo si dijéramos que no hemos pronunciado o escuchado estas frases. La ambición nos invadía a principio de temporada. Estábamos en Segunda, sí, pero para muchos jóvenes era una camino inexplorado, una aventura que algún día iba a tocar correr, y eso aportaba ilusión a toda una serie de generaciones que no superan la mayoría de edad.

Dieciséis años. Se dice pronto, dieciséis temporadas seguidas manteniéndonos año tras año en la cima del fútbol español. No vamos a negar que sufriendo en más de una de ellas, y en más de tres, y de cinco… mejor dejémoslo allí. Una década, un lustro, y un año, que han dado para alegrías y disgustos.

Qué cerca vimos todos la Champions League en aquel partido contra el Espanyol en el que dependíamos del Sevilla, y qué cerca estuvimos todos de aquel de Rodri de semi-chilena que nos dejaba con el sabor agridulce de la Europa League. Dudo que algún mallorquinista anduviera por el Pizjuán aquel día, pero la verdad es que aquel gol nos hizo sentir a todos una cuchillada por detrás, como si detrás nuestro se encontrara aquel disparo que acabaría entre los palos de Esteban, por entonces portero del Almería…

Y qué cerca vimos todos el descenso en aquel partido contra el Atlético del Kun Agüero y compañía. Aquel 3-4 en la última jornada que nos dejaba pendiendo de un hilo, un hilo que reforzó uno de los futbolistas más queridos que han pasado por la isla, Aritz Aduritz. Un gol del Deportivo nos mandaba a la categoría de plata, y ,radio en mano, las ocasiones por parte del conjunto gallego no dejaban de producirse. Todos recordamos aquel final, algunos entre risas y , otros, entre lágrimas, pero sí, gracias a Dios, (y a un gol de Soldado en el 92’) de felicidad.

Pero la felicidad no dura para siempre, ni la suerte. Y la temporada pasada otra suerte corrió, tras un inicio espléndido del conjunto dirigido por Caparrós, (que llegó a colocarse líder en las primeras jornadas, por encima de Madrid y Barça entre otros), el equipo entró en un letargo del que no pudo salir, ¿y por qué no alargar el tiempo verbal? Del que no ha podido salir.

Como decíamos al comenzar, la Segunda División parecía un simple escollo en el camino después de un mal año. Deportivo y Zaragoza, eran, a priori, los rivales a batir para lograr el ascenso, incluyendo a un Girona que se quedó a expuertas de subir la temporada pasada y a un Alcorcón que tampoco pudo salir victorioso del playoff de ascenso.

La temporada comenzaba en la Nova Creu Alta, el Sabadell esperaba en su casa. Afianzado en Segunda y con una plantilla parecida a la del anterior año, se presentaba ante un Mallorca favorito y que no había conocido la derrota en pretemporada. Pero los presagios que se habían presentado antes del inicio de la temporada se derrumbaron de un solo golpe. Una horrenda defensa, una horrenda actuación arbitral y una horrenda imagen del equipo nos hacían caer por 4-0 ante uno de los equipos que va a luchar por estar en media tabla durante toda la temporada. ”Es el primer partido, hay tiempo para cambiar las cosas”. ”Los árbitros no han ayudado, no merecimos este resultado”. Razón no faltaba, y paciencia, estando a las alturas que estábamos, tampoco.

Tras la debacle en tierras catalanas, el Murcia se presentaba en Son Moix como el rival idóneo para hacer huir a los fantasmas que se habían acercado peligrosamente al equipo. Así debería haber sido, debería… Se volvió a ver un Mallorca sin ideas, sin conocimiento de lo que hacía, desorientado y que gastaba sus energías en carreras inútiles. Un caos, era la única palabra que podía describir lo visto aquella noche. Un 2-4 que daba la mano a los fantasmas a seguir acercándose a la plantilla. Tampoco vamos a negar que la actuación arbitral volvió a dejar que desear, obligando al conjunto bermellón a jugar con 9 buena parte del encuentro. ”Hay que cambiar cosas”. ”Entendemos el enfado de la afición, pero hace falta paciencia, las cosas irán a mejor”. La razón empezaba a huir despavorida de aquellas palabras, y la paciencia, empezaba a plantearse emigrar.

Llegó el día de poner las cosas en su sitio. A la tercera va (obligadamente debía ir) la vencida, sino, la paciencia cerraría las maletas y partiría hacia un lugar mejor. El Molinón era el estadio propicio para devolver la fe a la afición. Una victoria en Gijón ante el Sporting espantaría algunos de los fantasmas y dejaría hacer de temblar al proyecto de Serra Ferrer. Oltra estaba obligado a ganar y a dar una buena imagen, pero sobretodo a ganar. Riverola y Miguel García salían de la partida, caras nuevas para arreglar el caos que se estaba viviendo. El estar colista de Segunda era algo que no se podía permitir un equipo que debía aspirar al ascenso. Era el día. Exacto, era, pero no fue. Los fantasmas estaban ya más que cerca de los jugadores y cuerpo técnico, los fantasmas estaban disputando aquel partido en el cuerpo de los jugadores del equipo insular. Ni un solo síntoma de recuperación y un 3-0 que dejaba herido a plantilla, directiva, afición y sobretodo, a la ilusión, a la ambición, y a la paciencia.

¿Y ahora? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué vamos a hacer cuándo se llevan 3 jornadas seguidas esperando reacciones dentro del caos y éstas no llegan? ¿Es la solución echar a Oltra? ¿O sin embargo al que se debe echar es a Serra Ferrer? ¿Han de llegar nuevos jugadores?

Muchos de nosotros habremos respondido ”sí” a por lo menos una de las preguntas planteadas anteriormente, pero, habiendo indagado un poco en los números de Oltra cuando ascendió con el Tenerife y en la jornada 19, el conjunto canario se situaba en la tabla con 30 puntos (9 victorias-3 empates-6 derrotas). Oltra necesitó encontrar la tecla oculta del Tenerife para poder catapultar a aquel equipo, donde militaban Alfaro y Pau Cendrós entre otros, al ascenso.

Suenan campanas de funeral en el Real Mallorca. Se escuchan símiles como ”el Mallorca es el nuevo Racing, acabará en Segunda B”. ¿Dónde está el orgullo mallorquinista de esos 12000-13000 que acompañamos siempre al equipo en las duras y en las maduras? ¿Acaso no ha habido tiempos peores? Vamos a llamar a la calma y a no bajarnos del barco todavía, que la Liga es muy larga y el caos, después de todo, es tan solo un orden por descifrar.

Foto: nobadis.es

3 comentarios:

  1. Toda la razón, la afición no debe decaer tan pronto. Es verdad que el equipo va mal pero aún hay margen de reacción aunque debe ser pronto. Mientras hay que apoyar, aunque no hay que negar que la expresión de malestar con gritos y pitadas no está mal e incluso diría que es necesario para que no les de absolutamente igual. Eso sí, abandonar el equipo, dejar de apoyarlo e ir al campo, eso NUNCA.

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  2. Me parece que el equipo va muy mal, esperemos que pronto se recupere.

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