Hubo un tiempo (no hace mucho) en que el Mallorca jugaba siempre con miedo cuando rendía visita a los grandes del fútbol español. Era una costumbre que se le criticaba mucho a Manzano la de salir a los grandes estadios temeroso, con la defensa muy atrás, como queriendo mitigar lo que era inevitable. Equipos con la defensa muy enganchada a la media y una delantera abandonada a su suerte. Y hay que reconocer que a veces salía bien. Pero no es el estilo de este Mallorca de Laudrup, no tienen nada que ver. Su estilo es más el de un equipo compacto, muy flexible y con la idea siempre de salir tocando con intensidad. Hoy le salió bien, y el mallorquinismo lo agradece.


Aunque pudo no ser tan bonita la tarde. El 11 que presentaba el entrenador danés al inicio, sembrada la defensa de jugadores inexpertos a priori, no aportaba mucha confianza. La entrada de Martí Crespí por el lesionado Nunes en el eje de la zaga, en detrimento del cumplidor Rubén, planteaba algunas incógnitas. Es de justicia decir que Guardiola no podía contar tampoco con Villa ni Xavi, parte de la columna vertebral del equipo. Aunque por un momento parecía que no los echaría de menos. El Barça salió como un vendaval y en los primeros 45’ acumuló hasta un 90% de posesión. En una de las peligrosísimas llegadas de los blaugrana (que gozaron de más de 12 chuts en la primera parte), una triangulación de Alves, Pedro y Messi acabó con gol del argentino. Y lejos de calmarse tras el gol, el temporal arreció contra Aouate (espectacular, como de costumbre) hasta el descanso, cuando llegó un invitado inesperado. En la única jugada de ataque de los bermellones, Castro forzó un córner, De Guzmán lo sacó de miedo y N’Sue apareció como un avión por encima de Gabi Milito y ponía un inmerecido, por el juego visto, empate en el electrónico del coliseo blaugrana.


El gol pareció dar alas a los jugadores mallorquinistas que salieron del vestuario con ganas de dar guerra. Mucha guerra. El equipo salió con mucha intensidad y mordiente y empezó a anular el medio del campo blaugrana. Joao Víctor, que demostró tener unos grandes conceptos tácticos, se multiplicó junto a De Guzman y pareció devolverle, por momentos, la posesión al equipo mallorquín. Era robar y el equipo, cual elástico, se estiraba para arriba valiéndose de la velocidad de los Castro, De Guzman y N’Sue, y la apertura constante de huecos de un Webó muy acertado. Así pudo llegar algún gol más de los isleños, que en ningún momento le perdieron la cara al partido ni parecieron amedrentarse por la importancia del resultado que estaban consiguiendo. El Barça introdujo variantes tácticas y lo intentó de todas formas pero entre un Bojan fallón, un Messi al que parecía no salirle nada y un Guardiola al que no le quedaba más que tirar de cantera para intentar cambiar el signo, el gol nunca llegó.


El Mallorca, que fue de menos a más en el partido, parece que ha hecho los deberes y aprobó su asignatura pendiente: jugar bien a domicilio. Y qué mejor escenario que el Camp Nou. Laudrup sigue haciendo crecer a un equipo que cada vez muestra más signos de ir asimilando conceptos a pasos agigantados. Una de las imágenes que quedarán grabadas por mucho tiempo en la retina mallorquinista será el caño magistral que le hizo Pereira a Iniesta, con resoplido posterior del manchego incluido. La metáfora de un partido en el que Laudrup sorprendió a Pep y en el que el Mallorca prometió no hacer sufrir este año a sus aficionados. Esperemos que cumplan con su palabra. Razones para creer no faltan.

2 comentarios:

  1. Ciertamente todas las cronicas que publicas son magnificas. Te felicito. Es un placer leerlas, aunque no me haya animado a comentar nada hasta hoy.

    ResponderEliminar