El Mallorca, como se diría popularmente, pagó hoy la novatada. Después de avanzarse por dos veces en el marcador y de tener el partido controlado durante 80', permitió que un semi-muerto en vida, como era el Zaragoza, se le subiera a las barbas. Los bermellones, sin hacer un gran partido aunque sí con mucho oficio, llegaron hasta la recta final del partido arriba en el electrónico, por la inocencia del equipo y el poco acierto de Laudrup les impidieron sumar algún punto en La Romareda.

Porqué aunque el Mallorca perdió en los últimos minutos, lo podía haber perdido mucho antes. El preparador mallorquinista propuso el mismo equipo que acabó remontando al Levante. Ratinho dejaba a su puesto a Cendrós y Webó sentaba a Cavenaghi. Sin lucir demasiado, el Mallorca consiguió llegar al descanso ganando, merced a un gol de Webó que no debió subir al marcador por mano previa. Los primeros 45' transcurrieron entre la impotencia del Zaragoza, que se hartó a colgar balones, y el desacierto total del árbitro Paradas Romero, que perjudicó tanto a unos como a otros. Se equivocó en el gol, se equivocó en las tarjetas y erró en dos penaltis que debió pitar contra el Mallorca y seguramente pitó el que menos era al final del partido.

La reanudación se inició con el guión esperado: el Zaragoza volcado, mandando balones al área de Aouate, y el equipo de Laudrup saliendo rápidamente a la contra aunque sin llegar a chutar. En uno de estos balones al área bermellona, Lafita puso la igualada tras una jugada de Braulio. Pero fruto de la suerte, que parecía que hoy estaba de cara del Mallorca, Webó cazó un balón de espalda, partió la defensa con un pase al hueco a Pereira, que se metió en el área y hacia el 1-2. Mucho premio tenía el equipo con sólo dos llegadas en 60'. Y al final la suerte se lo acabó devolviendo. La suerte y el poco acierto de Michael Laudrup en leer el final del partido.

En los últimos quince minutos, con el Zaragoza apretando los dientes aunque sin precisión y con uchas prisas, quitó a un batallador De Guzmán e introdujo a un verde (muy verde) Sergio Tejera, que entró a un ritmo diferente del de sus compañeros y lastró al grupo. Los zaragocistas se volcaron y a cinco del final empató gracias a un chut de Bertolo que rebotó en los pies de un defensa y descolocó a Aouate. Un problema del equipo, que no supo matar el partido y no enfrió a un Zaragoza que nunca se dio por vencido.

Con un rush final que se preveía emocionante y que prometía brega, el preparador danés se olvidó que tenía todavía dos posibles cambios y no reforzó la media (o la defensa) para al menos amarrar un punto. La consecuencia fue que el equipo se fue agotando y llegó con las fuerzas muy justas a la prolongación. Y ahí murió. En un chut de Gabi (de lo mejorcito de su equipo) desde fuera, el balón fue a los pies de Martí con mala suerte que salió rebotado hacia arriba y fue a impactar a sus manos. Penalty involuntario, el menos claro de los que se produjeron en el partido (hubo dos manos más y más claras del propio Martí y Joao Víctor), que Gabi transformó y dejó al Mallorca sin premio. Una lección que debería aprender Laudrup: un punto, y sobre todo a domicilio, es mejor que ninguno.

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