Corría el verano del año 1996 y el Mallorca estaba sumido en una situación de extrema urgencia: o ascendía de inmediato a la máxima categoría o quedaba seriamente comprometido el proyecto del Grupo Zeta (con el doctor Beltrán a la cabeza) y, con ello, la viabilidad económica y deportiva del Club. Después del frustrado ascenso unos meses antes, en una fatídica promoción resuelta de forma cruel e injusta en Vallecas, tocaba empezar de cero y construir un proyecto que permitiera a la afición ilusionarse de nuevo. Para conseguirlo, era necesario disponer de un jugador franquicia que fuera capaz de marcar las diferencias. Y ese jugador tenía nombre y apellidos: Constantin Galca, titular indiscutible y buque insignia del Steaua de Bucarest, que había participado meses antes en la Eurocopa de Inglaterra. En una brillante y rapidísima operación, el doctor Beltrán consiguió traer a Mallorca a este fino mediocentro rumano, adelantándose al entonces millonario Las Palmas, que parecía tenerlo atado y ya preparaba su presentación en sociedad.

Para radiografiar a Galca, basta decir que se trata de uno de los mejores lanzadores de falta de toda la historia moderna del RCD Mallorca, en el mismo escalón que los Barrera, Stankovic o Juan Arango. En la única temporada que vistió la elástica bermellona, brilló especialmente, formando la mejor pareja de mediocentros de la categoría junto al capitán “Chichi” Soler, anotando un total de 13 goles, la mayoría de libre directo o de lanzamiento potente de larga distancia. Recuerdo especialmente un trallazo desde 40 metros frente al Real Madrid B, un gol espectacular de falta frente al que podía haber sido su equipo (Las Palmas) o el que marcó en las postrimerías del encuentro en Ipurúa (el mítico campo del Eibar), que significó la victoria del equipo y marcó un punto de inflexión definitivo en la temporada, catapultando al equipo hacia los tres primeros puestos, de los que ya no bajaría hasta el final del campeonato. Sin duda, fue la estrella del equipo en esa temporada y uno de los incuestionables culpables del ascenso a Primera División, después de otra tensa promoción frente al Rayo Vallecano que, por fortuna, esta vez se decantó a nuestro favor.

Pero el destino quiso que ese duelo de infarto celebrado en Vallecas fuera el último que Galca jugara con la camiseta del Mallorca. A pesar de que fue el futbolista más aclamado por la afición en la celebración del ascenso por las calles de Palma (con el cántico unánime de “Galca, quédate!!!”) y de que el propio futbolista estaba realmente superado por la emoción del momento, el rumano ya había alcanzado un acuerdo verbal con el RCD Espanyol, club al que acabaría marchándose en verano a pesar de haber empezado la pretemporada en Austria a las órdenes del recién llegado Héctor Raúl Cúper, con el que tuvo momentos de tensión por su obcecado empecinamiento en marcharse al club blanquiazul. De todas formas, el tiempo trató de forma muy desigual a uno y a otro. Mientras el técnico argentino escribía las páginas más brillantes de la historia del RCD Mallorca, Galca no fue capaz de refrendar su rendimiento en Barcelona, donde la irregularidad y la falta de continuidad le pasó factura y le acabó condenando a un anonimato que le llevaría nuevamente, años más tarde, a la Segunda División, de la mano de Zaragoza, Almería y Gimnàstic de Tarragona. Sin embargo, hay que recordar a Constantin Galca como uno de los grandes futbolistas en la historia de nuestro Club, posiblemente uno de los que más contribuyó a que el Mallorca lograra salir del pozo de la Segunda División y, por tanto, a que el Club se adentrara en la élite del fútbol nacional y continental.
Escrito por: Obiku78 que no lo ha podido poner por cierto problemas, gracias.

3 comentarios:

  1. Galca y Radiocioccio , son los dos mejores rumanos que han jugado en la liga española , para mi claro

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  2. Bueno, un fénomeno este jugador. Nosotros también pudimos disfrutar de él. A pesar de su edad avanzada, fue titular indiscutible en el Almeria.
    Saludos desde Jugador N° 12.

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  3. Este galca era un fenomeno, de esa generacion rumana que ilusionaba a la afición con su juego.

    Un saludo

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