Siempre dicen los entrenadores que la tarea más complicada de todas es motivar a los jugadores contra equipos de la zona baja, que se encuentran con problemas y que su situación es dramática. Argumentan que contra los grandes, los mismos jugadores se motivan y que incluso es necesario rebajar la tensión. Si a todo esto le sumamos que el Málaga, a pesar de ser el penúltimo clasificado de la Liga tiene un equipo con unas condiciones para estar varios puestos por encima de donde está, la cosa se complica. Y si encima, los blanquiazules salen ansiosos y con ganas de morder al contrario, el resultado es un baño futbolístico sin paliativos.
Esto le sucedió el sábado al Mallorca en su visita a la Rosaleda: acomodado en sus 39 puntos, cerca de conseguir la permanencia casi matemática, la tensión de los de Laudrup descendió hasta el mínimo. Hasta el punto que se creyeron que irían a Málaga y sumarían casi sin bajarse del bus. Sin tener en cuenta que Manuel Pellegrini recuperaba para el encuentra a su mejor y más peligrosa arma: ‘La Bestia’ Julio Baptista. El brasileño fue un auténtico incordio para Ramis y Nunes durante todo el encuentro, ya que se movió en esa zona entre media y defensa que tanto daño hace y tan evidencia suele dejar a los centrales. Por este motivo se vio seguramente el peor partido del Mallorca a nivel defensivo de toda la temporada.
Aunque la culpa no fue sólo de los centrales, también Cendrós y Kevin se vieron fuera de lugar, pero el más clamoroso de todos fue el caso de Joao Victor. En su peor actuación desde su llegada, el medio sudamericano realizó una de esas actuaciones fantasmagóricas en las que sus únicas apariciones en el partido eran para equivocarse. Tanto de medio como de lateral, donde le puso Laudrup tras el descanso. Todos estos factores se conjuraron para asestar un golpe duro y contundente a un equipo desbordado por la velocidad de los delanteros rivales, especialmente de Sebas Fernández y Baptista, hiperactivos mientras estuvieron sobre el terreno de juego.
Tres goles como tres soles fueron los que se llevaron los baleares, e incluso pudieron ser más. Los tantos de Sebas Fernández y Baptista, por partida doble, le dejaron un mensaje contundente a los bermellones: sin esfuerzo no se ganará a los equipos que se están jugando la vida en este final de Liga. Si se quieren los tres puntos que faltan deberán sudar y, sobretodo, esforzarse más que en Málaga. Lo de La Rosaleda debería quedarse como un accidente y un toque de atención. La posición no es preocupante y la meta se ve cerca. Sólo es necesario apretar un poquito más. Tampoco es necesario ponerse dramático a estas alturas de campeonato y con 39 puntos en el zurrón.
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Un Málaga superior en todo momento, les dejo mi Blog, en breve la crónica de un malaguista del 3-0, un saludo cordial. Aúpa Málaga!
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