No estamos ante una promo de la 3ª temporada de la serie de ‘Juego de Tronos’. No, estamos ante una advertencia sobre un grupo que, por un cúmulo de circunstancias adversas, ha visto como su moral se ha reducido a la mínima expresión. Lo peor es que no se puede hablar de un bajón de juego: el fútbol que desplegan los de Caparrós es exactamente el mismo que cuando ganaban partidos a principios de campeonato, con la diferencia de que ahora el equipo no ve portería ni a tiros.
Pasado el momento estelar de Tomer Hemed, sesgado en la creación por la baja de Javi Márquez y descubierto defensivamente por las ausencias de Nunes y Antonio López, el Mallorca se ha convertido en un equipo poco fiable. No cree en sus posibilidades, es débil en su confianza y un golpe durante un partido (un gol en contra) le resulta tan doloroso que se transforma en una catástrofe. No hay fiabilidad ni tampoco reacción. Cinco derrotas consecutivas amedrentan a cualquiera, y el tembleque se ha adueñado del plantel balear.

El de Riazor fue un ejemplo de ello: el Mallorca fue mejor que su rival en ciertas partes del encuentro, pero nunca llegó a materializarlo. No cabe decir que Martí no es Márquez, y es de justicia decir que el actual estado de forma del mallorquín dista mucho de ser el de un jugador que puede ser titular en 1ª División. Es más un hombre que sirve para dar empaque en el vestuario y tapar algunos momentos puntuales, pero poco más. No se le puede exigir a un veterano como él que lleve la manija del equipo durante 90 minutos, porque sencillamente el cuerpo ya no le da para tanto trote.

Asimilada la derrota, la peor noticia posible era que se volviera de Coruña con una nueva lesión, y fue lo que sucedió: Gio Dos Santos se rompió y su baja se estima que durará tres semanas. Otro nuevo varapalo para un equipo que el próximo fin de semana recibe al todopoderoso Barça. Ahora mismo, fijarse algún objetivo que no sea la permanencia resulta ridículo. En una plantilla corta como la bermellona, 9 bajas son una losa insostenible. El zurrón conseguido en las primeras jornadas empieza a desvanecerse y el equipo afronta el largo invierno en poco más que camiseta de tirantes. Que pase el Barça y después habrá que empezar a intentar recuperar a un mermado grupo. Más que palos, el equipo necesita ahora comprensión y cariño.

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