Cuando se acerca la recta final de la competición liguera todos los partidos son finales, pero aún lo son más los que se juegan contra rivales directos. Y es casi obligatorios ganarlos cuando los juegas en casa. Ayer, el nuevo Mallorca de Gregorio Manzano rescató un punto ante uno de sus inmediatos predecesores en la tabla clasificatoria, y aunque suene a broma, el drama pudo ser aún mayor.

Hay que reconocer que el cambio de entrenador pareció sentarle bien a los isleños: el equipo recuperó la inercia en el juego y volvió a dominar en un encuentro como hacía tiempo que no lo hacía. Más Luna que Hutton hicieron de las bandas un peligro constante. El ex sevillista, asociándose con Gio Dos Santos, fue un puñal y realizó su mejor actuación con el equipo mallorquinista. El juego era más alegre y sin tantas ataduras, pero el déficit seguía estando ahí: el gol. A este Mallorca le cuesta horrores ver puerta, y todavía más si su principal ariete para derribar defensas, como es Tomer Hemed, se encuentra sentado en el banquillo. Víctor no tiene alma de killer y Gio es más un generador que un finalizador. Ante eso, faltaba ese completo convencimiento de buscar la portería que da el instinto de un delantero. Los locales lo intentaron pero no llegaron a concretar ocasiones claras ante el meta osasunista Andrés. Solo el mexicano Dos Santos, que tiró de piernas para plantarse ante el meta, pero su chut acabó lamiendo el banderín de córner. Un despropósito de finalización.

Este déficit ofensivo se palió en parte con la entrada del delantero israelí, que sustituyó a un lesionado Hutton en el descanso. El equipo recupero punch y pisó más el área rival. Pudo lograrlo Pereira con un chut lejano que rebotó en un defensa y lamió el palo, y también el propio Hemed, que envió a la madera un pase de la muerte que remató entre dos defensas. Una vez más, la suerte le era esquiva al equipo bermellón. Minutos después, llegó el desastre: Víctor relajó la marca sobre Lolo en un córner y el osasunista remató solo en el primer palo para enmudecer a Son Moix. El gol dejó tocado al equipo y a la grada, que ya empezaba a asumir la realidad del descenso. Les costó , pero al final los de Manzano se recuperaron y sacaron la garra del lobo herido para irse a tumba abierta a por el gol. Los últimos minutos fueron una sucesión de balones colgados al área, hasta que en l 91' Geromel se aprovechó de un despiste de la defensa para batir a Andrés, que erró en la salida. El gol fue un balón de oxígeno tal que incluso se pudo haber ganado el partido si Gio, que una vez más (algo común en las últimas jornadas) fue el mejor de su equipo, no hubiera recibido en fuera de juego un excelente pase en el último minuto. El mallorquinista acabaría anotando, aunque el árbitro ya había señalado la infracción.

El empate le sirve de poco o nada a un Mallorca que debe aferrarse a la garra para sumar puntos. Dejar escapar vivo a un rival directo es un problema, pero aún lo sería más si el equipo no es al menos capaz de sumar algo la semana que viene en Valencia. Los de Valverde, que juegan ante el PSG en Champions esta semana, deben ser víctima de su cansancio y ceder algo ante un equipo al que se le acaban las fechas. Urge comenzar a sumar de tres en tres, y ya no vale escudarse en que el rival que hay en frente es superior. La línea del descenso, que por suerte sigue anclada en los 4 puntos de distancia, debe acortarse inmediatamente si no se quiere ver como jugadores y aficionados pierden la fe. Como el año del gol de Luque en la última jornada ante el Valladolid, la salvación es ya una cuestión de fe. Se necesitan razones para creer.

0 comentarios:

Publicar un comentario