Dice la sabiduría popular que la veteranía es un grado y la juventud un divino tesoro. En fútbol la juventud se identifica con frescura, velocidad y rapidez de ideas. Mientras la veteranía está asociada a la dureza, la contundencia, la pillería, la buena colocación. Todas ellas cualidades necesarias en según qué escenarios, donde la puesta en escena es más que complicada. Y uno de estos escenarios es San Mamés. Allí, el Athletic Club es un conjunto duro, compacto, sin estridencias, y que se conoce el terreno de juego palmo a palmo. Es un equipo fiable. Y por eso se necesita oficio para ganar allí. Mucho oficio. El que tuvo el Mallorca del Manzano durante toda la temporada pasada y que le llevó a ganar en Bilbao (1-3). Y el que le ha faltado hoy a los jóvenes jugadores de Michael Laudrup, que han dado la sensación de verse superados por la situación a partir del momento que se han visto superados en el marcador.

Porque la primera parte no fue tan desequilibrada. El Mallorca defendía serio, atrás, anulando entre Ramis y Nunes a todo un Fernando Llorente (que no gozó de su mejor noche) y saliendo tocando siempre que la situación lo permitía. Sin acercarse a Gorka Iraizoz, pero aguantando sin problemas y tocando en la media. Hasta que en el minuto 44 llegó el infortunio. Un centro de David López a Llorente se envenenó sin que nadie lo tocara y Aouate sólo pudo observar, cual estatua de sal, cómo se alojaba en su portería. 1-0 y los de Laudrup se iban a la caseta con un castigo desmesurado, visto lo visto sobre el terreno de juego y lo poco que habían propuesto los de Caparrós jugando como locales. Un dato que corrobora el poco juego propuesto por los vascos: sin pasar problemas en defensa, el Mallorca sólo cometió 4 faltas en toda la primera parte. Y en San Mamés. Inaudito. Aunque esta ternura defensiva al final pasara factura.

El segundo acto sirvió para que el verde equipo mallorquinista sacara a relucir todas estas carencias de intensidad. Pereira demostró que no está preparado para jugar de titular, Cavenaghi no apareció (y se le espera), N’Sue tuvo su noche negra, y a hombres como Pau Cendrós, que en los 3 anteriores partidos había destacado por su sobriedad, se les veía nerviosos e imprecisos. Martí, sin ayuda en la media, observaba impasible como el Athletic, sin hacer ninguna filigrana y guiados por un buen Javi Martínez, se adueñaban del medio del campo y anulaban todo juego mallorquinista. Hasta que llegó el discutible penalti por mano de Nunes, en el que no se observa intencionalidad alguna. Gol de Míkel San José, que junto a Amorebieta hizo un muy buen partido comandando la retaguardia de los leones, y partido liquidado. El Mallorca, ya sin cabeza ni rumbo, deambuló sobre el terreno de juego durante media hora hasta que, en el añadido, Íñigo Pérez marcaba de rebote e infringía un durísimo golpe sobre un equipo bermellón que sólo fue inferior cuando fue perdiendo.

A Laudrup le queda trabajar el equipo para cuando juegue lejos de Palma. Cuando la iniciativa la lleva el contrario. Y sobretodo prepararlo para partidos físicos. Porqué hoy se vio que cualquier balón dividido era para el Athletic Club. Cualquier salto entre dos jugadores lo ganaba el jugador del Athletic Club. Y porque todos los rebotes eran del Athletic Club. Pero no es necesario ponerse nerviosos y sí lo es trabajar más la intensidad del juego. Sino el equipo va a sufrir mucho, sobre todo a domicilio, como ya lo ha hecho en Gijón y Bilbao.

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