Bajo el síndrome del desahuciado (Mallorca 1 - Betis 0)

Cuando ya todo parecía hecho, justo cuando el filo de la navaja ya empezaba a cortar la carne de un equipo roto, justo ahí, llegó la reacción. En un día complicado, afrontando un match ball que si caía cruz enviaba el equipo a Segunda, el Mallorca sacó su mejor versión y consiguió muchas de las cosas que no había conseguido en toda esta temporada, ser ese equipo que todos sospechábamos que era pero que algunos ya empezábamos a creer que había sido el sueño de una noche de verano.

El primer logro ha sido conseguir no encajar goles. Es imposible que un equipo se salve si encaja dos goles de media por partido, y era lo que estaba pasando todo el año. Hoy, por fin el engranaje defensivo del equipo funcionó y el equipo brilló atrás. Brilló Geromel, en su seguramente mejor partido desde que llegó a Palmas. Brilló Bigas, que fue la sobriedad hecha central y que lideró con garra la retaguardia bermellona. Y brillaron los dos carrileros, Luna y Hutton, prodigándose constantemente en ataque sobre todo en la primera mitad, y siendo un incordio constante al dar superioridad atacante sobre los laterales béticos.

El segundo logro, también dependiente y complemento del primero, fue conseguir sacar el mejor Javi Márquez del curso. El ex del Espanyol fue siempre el primer defensa, pero también el primer atacante. Robó, corrió, luchó e hizo desplazamientos que siempre fueron puñales para un Betis que durante la primera mitad sufrió muchísimo atrás. Las ocasiones se solapaban unas con otras y entre los palos, las paradas de un acertado Adrián, y los fallos de los delanteros bermellones, los visitantes lograron seguir vivos en el partido. Suerte que Hemed había adelantado a los mallorquinistas en el minuto 21 gracias a un rebote tras chut de Víctor, hoy clave tanto en la presión como en la apertura de espacios. Como Gio, que volvió a ser el líder atacante del equipo.

Y el tercer logro, seguramente consecuencia del primero y el segundo, fue dominar el partido, al menos hasta donde el físico permitió. Sí que es cierto que los andaluces estuvieron muy presentes en el área local a partir del minuto 65, pero antes de ese momento el conjunto de Manzano fue un acordeón que alternaba a la perfección el trabajo defensivo con el ofensivo, generando multitud de ocasiones. No permitieron espacios y se recuperaron multitud de balones en la presión, intensísima hasta entonces. Cuando las piernas dijeron basta, se empezó a sufrir. El Betis llegó, colgó balones, chutó, y en varias ocasiones rozó el empate. Fueron 15 minutos de vendaval, los que fueron del 65 al 80, que hacían que en Son Moix se mascara la tragedia. Esa película ya la habían proyectado demasiadas veces en Son Moix esta misma temporada. Pero los de Manzano querían demostrar que aún creen en sí mismos, que van a apurar hasta la última gota de sudor para tratar de salvarse. Lástima que quien haya sido necesario el síndrome del desahuciado, propio de aquel que ya lleva casi la soga al cuello, cuando se han liberado de la tensión. Si esto hubiera sucedido 4 semanas atrás el equipo no estaría donde está ahora.